imagen de red
1Oh santísimo Padre nuestro: creador,
redentor, consolador y salvador nuestro.
2Que estás en el cielo: en los
ángeles y en los santos; iluminándolos para el conocimiento, porque tú, Señor,
eres luz; inflamándolos para el amor, porque tú, Señor, eres amor; habitando en
ellos y colmándolos para la bienaventuranza, porque tú, Señor, eres sumo bien,
eterno bien, del cual viene todo bien, sin el cual no hay ningún bien.
3Santificado sea tu nombre:
clarificada sea en nosotros tu noticia, para que conozcamos cuál es la anchura
de tus beneficios, la largura de tus promesas, la sublimidad de la majestad y
la profundidad de los juicios.
4Venga a nosotros tu reino: para que
tú reines en nosotros por la gracia y nos hagas llegar a tu reino, donde la
visión de ti es manifiesta, la dilección de ti perfecta, la compañía de ti
bienaventurada, la fruición de ti sempiterna.
5Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo: para que te amemos con todo el corazón, pensando siempre en ti;
con toda el alma, deseándote siempre a ti; con toda la mente, dirigiendo todas
nuestras intenciones a ti, buscando en todo tu honor; y con todas nuestras
fuerzas, gastando todas nuestras fuerzas y los sentidos del alma y del cuerpo
en servicio de tu amor y no en otra cosa; y para que amemos a nuestro prójimo
como a nosotros mismos, atrayéndolos a todos a tu amor según nuestras fuerzas,
alegrándonos del bien de los otros como del nuestro y compadeciéndolos en sus males
y no dando a nadie ocasión alguna de tropiezo (cf. 2 Cor 6,3).
6Danos hoy nuestro pan de cada día: tu amado Hijo, nuestro Señor Jesucristo: para memoria e
inteligencia y reverencia del amor que tuvo por nosotros, y de lo que por nosotros
dijo, hizo y padeció.
7Perdona nuestras deudas: por tu
misericordia inefable, por la virtud de la pasión de tu amado Hijo y por los
méritos e intercesión de la beatísima Virgen y de todos tus elegidos.
8Como también nosotros perdonamos a nuestros deudores: y lo que no perdonamos plenamente, haz tú, Señor, que lo
perdonemos plenamente, para que, por ti, amemos verdaderamente a los enemigos,
y ante ti por ellos devotamente intercedamos, no devolviendo a nadie mal por
mal, y nos apliquemos a ser provechosos para todos en ti.
9 No nos dejes caer en la tentación: oculta o manifiesta, súbita o importuna.
10Y líbranos del mal: pasado,
presente y futuro. Gloria al Padre.
San Francisco de Asís
No hay comentarios:
Publicar un comentario