El desierto en mi vida se ha extendido
por los cuatro puntos cardinales.
En soledad, con el sol apremiante,
camino ya sin fuerzas,
con un peso que ni llevar puedo.
Es tanta mi ansia de llegar a mi destino,
me apremia mi alma, me empuja y me tira,
y aunque no quiero andar, ando y ando.
No son importantes las lagrimas, quejidos y lamentos,
a ella nada le importa.
Solo empuja y me apremia,
como una déspota me obliga a seguir adelante,
aunque no quiera.
Sabe Dios que mi persona no vale nada,
todo lo ha perdido,
solo le queda este impulso para seguir a delante,
para amar el desierto, para soportarme a mi misma.
Gracias Alma por no olvidarte de mi.
Tu persona sí vale, y mucho. Puedo garantizarlo.
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